lunes, 15 de enero de 2007

En palabras de la abuelita...

Silvia siempre fue su mano derecha, su compañera, su sostén cuando después de ella vinieron puros varones. Con ella compartió desde que pudo hacerlo, preocupaciones, alegrías, sueños, la hora de hacer la comida, la preocupación de que no alcanzara para todos, las miradas de preocupación y alivio cuando a ellas también les tocaba su buena ración, las interminables noches cosiendo, amenizadas de una u otra forma con la plática envidiable de madre e hija, la apuración en la lavada de los trastes, los momentos de planchado y almidonado, las cuentas de la casa, los mandados, las compras en el mercado, las risas y complicidades lógicas en relaciones así, conservando siempre el respeto y obediencia que las caracterizó a una y otra.

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